Las preguntas que más me han hecho en los 4 años que llevo como scout son: ¿Qué son los scouts? ¿Y qué hacéis? ¿Vendéis galletas?¿Os dan insignias?, probablemente las mismas que os haréis vosotros. Sinceramente, nunca soy capaz de responder a la primera pregunta con exactitud porque ser scout, es muchas cosas. 

Lo que siempre destaco más es la unidad. Todos somos uno, desde castores hasta kraal. 

En castores siempre siguiendo las pistas y disfrutando de los juegos al máximo, todo es muy divertido y nunca habías jugado a unos juegos tan entretenidos como estos. Poco a poco te han ido enseñando a ordenar tus cosas y compartir con los demás castores porque es lo correcto. 

Pasas a manada y te separan por seisenas, ya que eres un poco más independiente y tienes que aprender a empezar a hacer más cosas por ti mismo con ayuda de tus compañeros. Las veladas son cosa tuya y de tu seisena y te das cuenta de que cuanto más original y graciosa, mejor se lo pasa el grupo. Si ven que intentas dar siempre lo mejor, la promesa de manada te situará cada vez más cerca de la promesa scout. 

Cuando pasas a tropa todo cambia otra vez, te siguen dividiendo, pero esta vez por patrullas, en las que te acercas a compañeros que nunca pensaste que llegarían a ser tan amigos tuyos. Tendrás que estar siempre listo para empezar a hacer más cosas por ti mismo como organizar la merecida aventura del fin de ronda o bajar antes de una excursión a hacer la compra con tu patrulla. Así, empiezas a intentar hacerte un hueco entre los promesas para disfrutar de las velas en las excursiones de grupo con tus padrinos, las personas que te han guiado en tu camino como scout. Una vez ahí, sabes que aún te queda mucho por aprender y que es solo el principio de una promesa que tratarás de cumplir día a día con la buena acción diaria, siguiendo la ley scout y ayudando al prójimo en toda circunstancia. CABUYERIA PARTE TECNICA CONSTRUCCIONES COMIDAQ COCVINA 

En escultas ya tienes más responsabilidades, tienes que meterte en comisiones para que la Red Apolo funcione y podáis iros de proyecto. Te das cuenta de que eso no es posible hasta que no funcionéis como unidad y permanezcáis constantes en vuestro deber, teniendo en cuenta la promesa que hicisteis en tropa que poco a poco os ha ido formando como personas. Cada vez el papel que juegas dentro de tu unidad es mayor, los jefes están como apoyo para lo que necesites pero tienes que servirte de tus compañeros para llevar a cabo tu función y que todo vaya bien. 

Llegas a clan, pasas de la unión al equilibrio y ya eres de los mayores del grupo. Los niños muchas veces acuden a ti si tienen algún problema porque ven que tu compromiso con el grupo es muy grande. Tienes que estar atento de todo, eres casi un jefe y el grupo cuenta contigo. Crees saberlo todo pero queda camino que recorrer, los niños te enseñarán mucho más de lo que esperabas. 

Cuando te sientes preparado, pasas a jefatura y lo ves todo desde el otro lado, por fin sabes el esfuerzo que supone ser jefe, preparar todas las actividades de excursiones y campamentos o una reunión que puede parecer muy simple, pero no lo es tanto. Eres el responsable y el apoyo de todos esos niños que dependen de ti y hechas la vista atrás, porque ese castor que entró cuando tenía tan solo seis años, ha crecido y se ha criado con los valores que no puedes aprender en el colegio o en la universidad y has decidido quedarte para enseñar lo aprendido y para que los niños también te enseñen a ti porque, desde luego, tienen mucho que enseñar. 

A parte de los valores, me gusta destacar todas las experiencias vividas, en especial las del campamento. Nada como llegar en el autobús cantando a pleno pulmón nuestras canciones favoritas y contemplar el que, durante 15 días, será nuestro hogar. Comenzar el campamento y analizar el terreno para decidir dónde irán las tiendas y las construcciones, utilizar las duchas en las que no te queda más remedio que ducharte con agua fría, o estrenar las letrinas, el mayor lujo de todos. Tras eso, la primera noche es crucial para ponerte al día de los cotilleos de todas las unidades y para tocar la guitarra y disfrutar con tu unidad cantando junto al fuego después del juego de noche. Pasados un par de días, llega la inauguración del campamento y los jefes revisan todas las construcciones en las que habéis estado trabajando: la torre, los macuteros, necesederos, zapateros... Al terminar, te pasas el día jugando a juegos de grupo y cuando te quieres dar cuenta, estás de marcha con tu unidad en un pueblo que se llama “Huertas de Arriba”. Ya no puedes más, necesitas volver al campamento para darte una buena ducha caliente el día de padres y lo haces. Te encanta la misa que nos dan al aire libre, te ayuda a ordenar tus ideas y a reflexionar. Cuando vuelves del hotel, sabes que es un momento muy importante para muchos del grupo porque deben tomar la decisión de pedir la promesa y unirse a la hermandad scout. Cuando por fin dicen quienes serán los futuros promesas, te preparas para la vela, que hace que la noche se alargue, pero siempre habláis de temas bastante interesantes y de actualidad. Al día siguiente sabes que pasarán muchas cosas y le das muchas vueltas, “solo queda un día de ronda”,  “mañana cambiaré de unidad”, “dentro de nada volvemos a Madrid”, etc. Te cuesta dormir, las despedidas siempre fueron duras y tu compañero de tienda no deja de roncar, pero por fin lo consigues. Amanece y el día pasa bastante rápido hasta la formación de promesas que, una vez terminada, es señal de que te toca a ti salir al centro. Tu unidad acogerá a los scouts que suben y a ti te toca despedirte de ellos, tus compañeros, tus amigos. Subes a una unidad mayor para dar lo mejor de ti mismo e ir progresando. Pero la ronda no se da por concluida hasta que no llegáis a Beatriz de Bobadilla y cantáis todos juntos la canción de despedida que te hace pensar en todas las veces que, llegado el momento de la separación, has cantado en compañía de los de siempre. 

Así es como pasas más de 13 años de tu vida aprendiendo multitud de cosastanto de tus jefes como de tus compañeros- que poco a poco te han hecho sentir como en casa, perteneciendo a una segunda familia. Todo lo aprendido lo irás empleando en tu día a día a medida que vayas creciendo. 

Para mí, citando a mi madre, “los scouts son una escuela de vida”. Nadie va a enseñarme los valores que he aprendido y aún me quedan por aprender aquí como vosotros, ¡gracias! 

Lula Serrano, escultas

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