Nuestro proyecto de escultas empezó el día 22 de junio que quedamos en la puerta del colegio, como de costumbre, para hacer parte de la compra antes de marcharnos. Salimos tarde de allí y no tardamos mucho en quedarnos dormidos. Lo más duro era levantarse en las paradas y recuperar el sueño más tarde.

Al llegar a Portugal ya era muy temprano, así que para no perder ni un segundo desayunamos y nos fuimos a montar las tiendas a toda prisa, aún que no todo salió como esperábamos ya que nos habíamos llevado el tipi de castores y tuvimos que improvisar. Nos pusimos el bañador y nos fuimos a la playa a pasar la mañana. Era una playa con muchas dunas en la que había mucho viento pero eso no evitó que nos lo pasáramos bien. Nos pusimos todos juntos en el medio de la playa y empezamos a hablar hasta que el calor nos empujó a bañarnos.

Al salir, ya casi era la hora de comer así que volvimos al camping, nos quitamos la arena en la piscina y empezamos a cocinar. Fuimos a visitar Cascais por la tarde y como estábamos cansados fuimos en bus. Nos dejaron dar una vuelta y nos dedicamos a ver las pequeñas casas que habían y las tiendas de regalos. Algunas escultas cayeron en las manos de unos mafiosos salvadores de animales que cobraban 5 euros por boli, los cuales podías encontrar en la tienda de suvenires de al lado por 2,50. Cuando nos reunimos todos, volvimos andando al camping caminando al lado del mar. Al llegar nos duchamos, cenamos y nos metimos en las tiendas a dormir.

A la mañana siguiente cuando empezamos a hacer la comida, nos dimos cuenta de que no había gas en las bombonas y anduvimos preguntado por todos lados a ver si alguien nos podía prestar alguno para hacer la comida. Maroto, Gavilán, Ana González y Álvaro Espinosa tuvieron que ir andando hasta Cascais para rellenar las bombonas. Cuando volvieron estaba la comida lista así que comimos y nos fuimos a Sintra a ver los castillos. El primero tenía una cuesta enorme que tuvimos que subir para llegar a él. Antes de subir fuimos al baño y cuando ya habíamos subido la mitad de la cuesta los jefes nos preguntaron si echábamos de menos a alguien y como no respondimos, nos dijeron que María Valle se había quedado abajo porque no la habíamos esperado. Así que nos paramos y vimos como subía María por la cuesta un poco indignada porque nos habíamos olvidado de ella. Luego fuimos a otro castillo, Quinta da Regaleira, que estaba a poco de ahí y tenía unos jardines enormes con unas cuevas subterráneas. Paseamos en grupos para ver lo que más nos llamaba la atención a cada uno y cuando iban a cerrar el parque nos dejaron dar una vuelta por la ciudad hasta la hora de irse al camping.

Al día siguiente desmontamos las tiendas y nos fuimos a Lisboa. Allí, dedicamos lo que quedaba de mañana a cocinar y montar las tiendas de nuevo. Después de comer, fuimos a Lisboa para hacer un tour y conocer mejor la ciudad con Petro, nuestro guía, que además de ir vestido como un caballero retó a algunos escultas en duelo con su espada.

Después de esta bienvenida empezamos a visitar calles grandes, callejones, túneles, miradores… y al terminar el tour el guía nos contó que era antiguo scout. Nos venía bien saberlo porque al día siguiente una de las pruebas del juego del ciudad era encontrar un scout, entre otras como: hacer fotos a los equipos contrarios, dibujar azulejos, comprar un bollo grande y grabar a una persona comiéndoselo rápidamente, hacerse una foto con un graffiti, ir a dos ascensores y cronometrarlos subiendo y bajando, ir a un mirador y bailar una danza con 4 personas ajenas a nosotros y volver a el punto de encuentro antes de las 13:30.

En nuestro equipo compuesto por María Ángeles, Álvaro, Almu y yo,    conseguimos hacer todas las pruebas menos la de los ascensores que solo conseguimos cronometrar un ascensor. Las mejores sin duda fueron la del bollo (que la hizo Álvaro), la del mirador y la de los scouts que nuestro equipo pudo considerar una sola ya que encontramos a un grupo muy numeroso de chicas de Ciudad Real que cantaron y bailaron la macarena y de las cuales dos de ellas eran scouts. Cuando llegamos al punto de encuentro, nos fuimos corriendo al metro porque no llegábamos al Oceanario y tuvimos que comer en el metro que casi perdemos porque los vagones eran escasos dado que eran la mitad de la mitad del andén. Llegamos y vimos el Oceanario por partes: los peces, las medusas, las nutrias, las rayas, las ranas… Cuando acabamos pudimos elegir entre ir a Belem e ir a la piscina del camping. Por mayoría acabamos yendo a Belem para completar el día.

Nos dejaron dar una vuelta por allí y llegada la hora a la que habíamos quedado, nos fuimos a la parada del bus a esperar a los demás. Estuvimos a punto de subirnos en el que no era porque allí los autobuses llevan el mismo número y se cogen en la misma parada aún que no vayan al mismo sitio, pero gracias a Gavilán y Espinosa no cometimos ese error y aún que llegamos tarde al camping, mereció la pena porque aprovechamos el día.

A la mañana siguiente acompañamos a los que estaban cocinando hasta que llegó el bus y emprendimos el viaje de vuelta. Se nos hizo corto el viaje, pero aprendimos mucho y nos lo pasamos muy bien además de que la red se unió un poco más.

Lula, escultas.