Todo el mundo espera ansioso la llegada de las Navidades: polvorones, turrones, tiempo en familia, días sin clase (aunque no para todos, hay quien tiene quinientos exámenes a la vuelta y se pasa estudiando todo aquello que no ha tocado durante el primer cuatrimestre… Maravilloso, verdad? ). Pero ahora no es momento de amargarse, porque a esta tradicional lista de cosas que hacer en estas fechas también se le suma la esperada excursión de Navidad. Y así, llenos de emoción, ganas y calefactores, el grupo scout Buen Consejo puso rumbo a Navares de las Cuevas para disfrutar de tres días llenos de risas y diversión.

Debido a las previsiones meteorológicas, parecía que nuestros macutos habían engullido todos los dulces navideños de nuestras casas, porque en efecto, iban más cargados que un tradicional quince de julio, llenos de abrigos, mantas, gorros y todo lo que vuestra imaginación sea capaz de usar para no pasar frío. Sin embargo, aunque a casi todo el grupo no le hizo falta la mitad de lo que llevaba, a escultas y a clan… bueno, digamos que nos faltaron cosas. A falta de hueco en el albergue, dormimos en unas cabañas de piedra que se asemejaban bastante a la aldea del pueblo pitufo, muy monas, pero lo mismo un poco frías para esta época del año, ya que para nuestra sorpresa, no había enchufes para poder encender el ejercito de calefactores que los padres nos había prestado. Como pasamos un poco de frío por la noche, bueno bastante, y viendo que nuestros abrigos y calor corporal no era suficiente para poder soportar el frío que hacía ahí dentro, los castores y los troperos nos cedieron sus salas de actividades para poder dormir la noche siguiente, cosa que agradecimos todos enormemente.

Como en toda excursión de grupo, los juegos, veladas y formaciones no faltaron.

Cada unidad se esforzó al máximo para lograr que su obra fuese divertida y entretenida, y a juzgar por las risas que escuchamos, creo que ese objetivo se cumplió perfectamente. Además, en el juego de grupo aprendimos a reciclar, usando los contenedores correspondientes para cada objeto y  poder dejar así el mundo un poco mejor de cómo lo encontramos (aunque algunos seguimos sin saber donde tirar el aceite).

Pero estas excursiones no consisten solo en hacer actividades de grupo, también tenemos tiempo de unidad. Clan decidió emplear una mañana en hacer una pequeña ruta por los pueblos de alrededor, aprovechando el solecito que había y conociendo un poco más la zona, aunque irnos del albergue supusiera encontrarnos con una pequeña sorpresa patrocinada por la Red Apolo a la vuelta de la marcha. También realizamos unas dinámicas sobre nuestra personalidad, para hacernos pensar y darnos cuenta de la imagen que tienen los demás de nosotros, y de la imagen que tenemos cada uno de nosotros mismos. Esto nos enseñó a vernos por dentro y a conocer un poco más a las personas que nos rodean, descubriendo cosas nuevas sobre ellas y uniéndonos un poco más, cosa que nos vino muy bien,  ya que a veces encontrar tiempo en nuestro día a día para reflexionar sobre este tipo de cosas nos resulta un poco difícil.

Así, casi sin darnos cuenta, los tres días se esfumaron como por arte de magia. Pese al frío y las pocas horas de sueño, supimos sacar el máximo provecho a esta excursión, y ya de vuelta en Madrid todos nos fuimos a nuestras casas esperando al año nuevo y a una nueva excursión.

Cristina Escribá (Rovers)

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